- Resulta que tenés que comer algo- Le dijo Abel a Gale después de terminar de reírse.
- No tengo hambre pa- Contestó Gadiel en un tono de cansancio.
- No me importa.
- Dale viejo, creo que soy bastante grande como para elegir cuando quiero comer.
- Parece que no eras tan grande y responsable cuando saliste a manejar por la ciudad con todo un J&B encima- Lo regañó Abel.
- Bueno, pero ésa no cuenta…- Susurró Gadiel ofendido.
- Ya sé que no querés comer porque la comida en los hospitales es vomitiva. Pero tenés que comer para salir lo más rápido posible de acá- Trató de tranquilizarlo.
- Pero ¿Por qué tengo que comer ésa basura si lo que me lastimé no es el estómago?
- Es una pregunta que todos nos hicimos alguna vez Gale…
- Si querés para que no te sientas solo puedo comer con vos- Le propuse a Gadiel sonriendo.
- Eso es, dale, Danita te acompaña. No seas tan terco una sola vez en tu vida por favor hijo.
- Sí, sí, lo que digas con tal de que te calles.
- Bueno, bien, ¿Entonces qué te pido Dana?- Me preguntó Abel sonriendo por haber ganado la batalla.
- Milanesa con puré de papas por favor- Respondí mirándolo a Gale y guiñándole un ojo sin que Abel lo notara.
- Ajajá- Gadiel no podía parar de reírse, y yo tampoco.
- ¿Qué es lo gracioso?- Preguntó Abel confundido- Odio cuando se entienden sin hablar- Nos dijo indignado al ver que seguíamos riéndonos y ninguno de los dos respondía- Voy a hacer el pedido, espero que no se ahoguen de tanto reírse- Continuó Abel, y luego se fue.
- Gracias- Me dijo Gadiel respirando agitadamente por lo mucho que se había reído.
- No hay de que- Le contesté en el mismo estado.
- Aaaah.
- Aaaah- Suspiramos los dos al mismo tiempo, pero eso sólo nos causó mas risa.
Ya no recuerdo cuánto tiempo estuvimos riéndonos, supongo que hasta que llegó la comida.
Cuando llegaron las bandejas Abel no estaba en la habitación, por lo que no tuvimos que simular que comíamos la comida que supuestamente nos correspondía. Gadiel devoró su cena, y para cuando yo estaba por terminar la pechuga de pollo, él ya había terminado la gigante milanesa y toda la guarnición.
- Así que tenías hambre.
- Si fuera por mí me comería otra más con papas y todo, pero el viejo no se va a creer que vos te comes todo eso, así que tendré que dejar a mi estómago expectante- Me contestó palmeándose los abdominales.
- Esto no está tan mal- Insinué señalando el pedazo de pollo que quedaba y los tres suflés.
- Puede ser, pero no hay nada mejor que una milanesa con puré.
- Sí, lo que vos digas Gale- Si nos poníamos a pelear no íbamos a terminar nunca más debido a nuestra terquedad innata- Bueno, me voy yendo porque ya estás bastante bien como para que me vaya a dormir a mi casa, además ya extraño mi cama.
- ¿Qué quisiste decir con “como para irme a dormir a mi casa”? ¿Hace cuánto que no vas?
- No sé, unos días, pero me fui a bañar a la tuya.
- ¿Vos me estás queriendo decir que dormiste acá por mí?
- Hmm, sí, todos lo hicimos- Técnicamente.
- Están todos locos, ¿Por mí?- Se preguntó a si mismo sin poder creerlo.
- No seas bobo, vos hubieras hecho lo mismo por cualquiera de nosotros- Lo tranquilicé mientras agarraba mis cosas y le daba un beso de despedida en la mejilla.
- Si, pero igual...- Me contestó dubitativo.
- Igual la única que donó sangre fui yo- Le dije mientras tomaba el picaporte.
Se escuchó un “¡¿Qué?!” antes de que cerrara la puerta. Me reí mucho por su reacción. Menos mal que tenía enyesada una pierna enyesada, sino hubiera salido a sermonearme con que no tenía que ayudarlo y bla bla bla.
- ¿Qué pasó?- Me preguntó asustado Abel al escuchar el grito de Gadiel.
- Nada, que tu hijo se preocupa mucho por cosas tontas, antes no dramatizaba tanto las situaciones- Le respondí dirigiéndome al ascensor.
- Yyy… el amor cambia a las personas.
Estaba comprobado, Gadiel me amaba, y aún así yo lo seguía esquivando, seguía sin querer hablar del tema. Era estúpido y contradictorio. Lo que había esperado e incluso soñado por tanto tiempo, Gadiel y yo juntos nuevamente era posible, pero no había podido decirle ni siquiera un “yo también” cuando él se me había declarado. Simplemente no había podido. Cualquiera me hubiera dicho “No Dana, no te hagas problema, seguro que fue la sorpresa, pero todos sabemos que lo amas y que son el uno para el otro”. Mentira, no fue la sorpresa, si yo hubiera querido, después del shock se lo habría dicho, pero hubo algo que me lo impidió, algo que me decía “cuidado”. Como cuando lees la etiqueta de un producto que dice “precaución al utilizarlo, posible intoxicación”.
Sí, Gadiel era un remedio para mí, él me sanaba, me sacaba el dolor, pero tenía que tener cuidado, podía intoxicarme.
¿Quién puede afirmar que después de que te hayan engañado una vez no te van a volver a engañar? ¿Quién me hubiera podido asegurar que no iba a caer en la misma trampa otra vez? ¿Cómo hubiera podido cerciorarme de que realmente me amaba esta vez mucho más que la anterior, tanto como para no traicionarme con otra “Samanta”?
El daño estaba hecho, y así como cuando un virus nos amenaza y nuestro sistema crea anticuerpos, yo tenía anticuerpos contra Gadiel. Yo tenía una coraza que me impedía actuar sin preocupación, sin medida.
Estaba abriendo la puerta de mi departamento cuando me percaté de algo: yo había cerrado la puerta con doble vuelta y ahora estaba sin ninguna. Alguien había entrado en el departamento.
Entré sin hacer ningún ruido. Las luces de la cocina-comedor estaban prendidas y la televisión estaba puesta en un canal de fútbol.
Me pregunté quién habría podido entrar en mi departamento con llave y sin ni siquiera haberme avisado que iba a venir.
Al lado del sillón había un bolso. Me acerqué y lo inspeccioné. Ése bolso se me hacía conocido.
- Es de mala educación revisar las cosas ajenas- Me dijo una voz conocida a mis espaldas.
- Y también es de mala educación entrar en casas ajenas sin avisar,- Le contesté riéndome- y encima bañarse en ellas- Agregué cuando me dí cuenta de que estaba en toalla.
- ¿Qué haces primita?- Me preguntó también riéndose el chico alto de pelo castaño y ojos verdes que tenía adelante.
- Todo bien, ¿vos Javi?
- Vine a buscarte para que nos vayamos al cumpleaños de la Tía. Lo que pasa es que el tío no quiere que viajes sola.
- Pero si falta un montón.
- Hmm, primita, faltan tres días.
- ¡¿Tres días?!- Le pregunté muy sorprendida- Qué rápido que pasa el tiempo en los hospitales.
- ¿En los hospitales?
- Sí, lo que pasa es que ¿Te acordás de mi ex novio? ¿Gadiel?
- No, yo estaba en España cuando se lo presentaste a la familia.
- Ah, no me acordaba. Bueno, la cuestión es que por mi culpa chocó con el auto y esta internado en el hospital. Entonces hace unos días me había instalado ahí, y perdí la noción del tiempo.
- ¿Por tu culpa?- Preguntó mi primo cada vez mas confundido.
- Sí, es una larga historia… ¿A qué hora llegaste? ¿Comiste?
- Llegué hace media hora, y no comí.
- ¿Qué querés que te prepare?
- Lo que tengas, aunque una milanesa con puré me vendría bien.
- Listo, ahí te hago- Mi primo y Gadiel se hubieran llevado muy bien si se hubieran conocido- ¿Querés llevarte el plato a mi cama así vemos una película?
- Dale, ¿la voy poniendo?
Ya había terminado de cocinar y estaba agarrando el plato para llevárselo a la cama a Javi cuando sonó el teléfono.
- ¿Hola?
- Veo que llegó bien la donadora de sangre, gracias por llamar para avisar que llegaste- Escuché que me decía Gadiel del otro lado del teléfono.
- Perdón, me olvidé por completo.
- Ya me explicó todo mi papá.
- ¿Y?
- Yyy, aunque no considero que era necesario que lo hicieras…
- Pero…- Lo interrumpí.
- Pará, dejame hablar un segundo, ni siquiera me dejas terminar de decir lo que te estaba diciendo y ya me estás peleando.
- Bueno, pero a vos ahora se te da por hacer más dramáticas cosas que no lo son, y…
- No dramatizo nada Dana, a vos te dá pánico que te pinchen y sin embargo donaste sangre para mí, cuando hay millones de personas con nuestro tipo sangre…
- Sí, hay millones de personas con nuestro tipo de sangre, pero vos necesitabas mucha y no sabían si podían conseguir tanta…
- No me importa, sigue siendo una estupidez igual…
- No es una estupidez, ¿No podes sólo darme las gracias como haría una persona normal, en vez de retarme?
- Gracias. Pero…
- No, nada de peros, soy una persona adulta y hago de mi vida lo que quiero, y si te quiero donar sangre te dono sangre, y punto- Le dije muy enojada, ya me estaba cansando de que se considerara una basura que no merecía nada.
- Bueno, en realidad no te estaba llamando para que nos peleáramos- Me contestó disculpándose después de un momento en que nos quedamos en silencio- lo que pasa es que yo tengo una necesidad importante de… bueno nada, es una estupidez pero me preocupa que te pase algo por mi culpa, no te quiero hacer mas daño del hecho.
- Bueno Gale, yo te entiendo, en cierta manera… me pasa lo mismo, pero…
- ¿Vas a venir a la cama o no?- Me gritó mi primo impaciente desde la cama.
- Ya voy Javi- Le respondí con otro grito- Como te decía…
- Perdón que te molesté, nos vemos mañana, chau- Me dijo rápidamente Gadiel desde el otro lado de la línea y corto la comunicación.
- Nos vemos mañana- Le susurré a el vació que había al otro lado del teléfono.
- No tengo hambre pa- Contestó Gadiel en un tono de cansancio.
- No me importa.
- Dale viejo, creo que soy bastante grande como para elegir cuando quiero comer.
- Parece que no eras tan grande y responsable cuando saliste a manejar por la ciudad con todo un J&B encima- Lo regañó Abel.
- Bueno, pero ésa no cuenta…- Susurró Gadiel ofendido.
- Ya sé que no querés comer porque la comida en los hospitales es vomitiva. Pero tenés que comer para salir lo más rápido posible de acá- Trató de tranquilizarlo.
- Pero ¿Por qué tengo que comer ésa basura si lo que me lastimé no es el estómago?
- Es una pregunta que todos nos hicimos alguna vez Gale…
- Si querés para que no te sientas solo puedo comer con vos- Le propuse a Gadiel sonriendo.
- Eso es, dale, Danita te acompaña. No seas tan terco una sola vez en tu vida por favor hijo.
- Sí, sí, lo que digas con tal de que te calles.
- Bueno, bien, ¿Entonces qué te pido Dana?- Me preguntó Abel sonriendo por haber ganado la batalla.
- Milanesa con puré de papas por favor- Respondí mirándolo a Gale y guiñándole un ojo sin que Abel lo notara.
- Ajajá- Gadiel no podía parar de reírse, y yo tampoco.
- ¿Qué es lo gracioso?- Preguntó Abel confundido- Odio cuando se entienden sin hablar- Nos dijo indignado al ver que seguíamos riéndonos y ninguno de los dos respondía- Voy a hacer el pedido, espero que no se ahoguen de tanto reírse- Continuó Abel, y luego se fue.
- Gracias- Me dijo Gadiel respirando agitadamente por lo mucho que se había reído.
- No hay de que- Le contesté en el mismo estado.
- Aaaah.
- Aaaah- Suspiramos los dos al mismo tiempo, pero eso sólo nos causó mas risa.
Ya no recuerdo cuánto tiempo estuvimos riéndonos, supongo que hasta que llegó la comida.
Cuando llegaron las bandejas Abel no estaba en la habitación, por lo que no tuvimos que simular que comíamos la comida que supuestamente nos correspondía. Gadiel devoró su cena, y para cuando yo estaba por terminar la pechuga de pollo, él ya había terminado la gigante milanesa y toda la guarnición.
- Así que tenías hambre.
- Si fuera por mí me comería otra más con papas y todo, pero el viejo no se va a creer que vos te comes todo eso, así que tendré que dejar a mi estómago expectante- Me contestó palmeándose los abdominales.
- Esto no está tan mal- Insinué señalando el pedazo de pollo que quedaba y los tres suflés.
- Puede ser, pero no hay nada mejor que una milanesa con puré.
- Sí, lo que vos digas Gale- Si nos poníamos a pelear no íbamos a terminar nunca más debido a nuestra terquedad innata- Bueno, me voy yendo porque ya estás bastante bien como para que me vaya a dormir a mi casa, además ya extraño mi cama.
- ¿Qué quisiste decir con “como para irme a dormir a mi casa”? ¿Hace cuánto que no vas?
- No sé, unos días, pero me fui a bañar a la tuya.
- ¿Vos me estás queriendo decir que dormiste acá por mí?
- Hmm, sí, todos lo hicimos- Técnicamente.
- Están todos locos, ¿Por mí?- Se preguntó a si mismo sin poder creerlo.
- No seas bobo, vos hubieras hecho lo mismo por cualquiera de nosotros- Lo tranquilicé mientras agarraba mis cosas y le daba un beso de despedida en la mejilla.
- Si, pero igual...- Me contestó dubitativo.
- Igual la única que donó sangre fui yo- Le dije mientras tomaba el picaporte.
Se escuchó un “¡¿Qué?!” antes de que cerrara la puerta. Me reí mucho por su reacción. Menos mal que tenía enyesada una pierna enyesada, sino hubiera salido a sermonearme con que no tenía que ayudarlo y bla bla bla.
- ¿Qué pasó?- Me preguntó asustado Abel al escuchar el grito de Gadiel.
- Nada, que tu hijo se preocupa mucho por cosas tontas, antes no dramatizaba tanto las situaciones- Le respondí dirigiéndome al ascensor.
- Yyy… el amor cambia a las personas.
Estaba comprobado, Gadiel me amaba, y aún así yo lo seguía esquivando, seguía sin querer hablar del tema. Era estúpido y contradictorio. Lo que había esperado e incluso soñado por tanto tiempo, Gadiel y yo juntos nuevamente era posible, pero no había podido decirle ni siquiera un “yo también” cuando él se me había declarado. Simplemente no había podido. Cualquiera me hubiera dicho “No Dana, no te hagas problema, seguro que fue la sorpresa, pero todos sabemos que lo amas y que son el uno para el otro”. Mentira, no fue la sorpresa, si yo hubiera querido, después del shock se lo habría dicho, pero hubo algo que me lo impidió, algo que me decía “cuidado”. Como cuando lees la etiqueta de un producto que dice “precaución al utilizarlo, posible intoxicación”.
Sí, Gadiel era un remedio para mí, él me sanaba, me sacaba el dolor, pero tenía que tener cuidado, podía intoxicarme.
¿Quién puede afirmar que después de que te hayan engañado una vez no te van a volver a engañar? ¿Quién me hubiera podido asegurar que no iba a caer en la misma trampa otra vez? ¿Cómo hubiera podido cerciorarme de que realmente me amaba esta vez mucho más que la anterior, tanto como para no traicionarme con otra “Samanta”?
El daño estaba hecho, y así como cuando un virus nos amenaza y nuestro sistema crea anticuerpos, yo tenía anticuerpos contra Gadiel. Yo tenía una coraza que me impedía actuar sin preocupación, sin medida.
Estaba abriendo la puerta de mi departamento cuando me percaté de algo: yo había cerrado la puerta con doble vuelta y ahora estaba sin ninguna. Alguien había entrado en el departamento.
Entré sin hacer ningún ruido. Las luces de la cocina-comedor estaban prendidas y la televisión estaba puesta en un canal de fútbol.
Me pregunté quién habría podido entrar en mi departamento con llave y sin ni siquiera haberme avisado que iba a venir.
Al lado del sillón había un bolso. Me acerqué y lo inspeccioné. Ése bolso se me hacía conocido.
- Es de mala educación revisar las cosas ajenas- Me dijo una voz conocida a mis espaldas.
- Y también es de mala educación entrar en casas ajenas sin avisar,- Le contesté riéndome- y encima bañarse en ellas- Agregué cuando me dí cuenta de que estaba en toalla.
- ¿Qué haces primita?- Me preguntó también riéndose el chico alto de pelo castaño y ojos verdes que tenía adelante.
- Todo bien, ¿vos Javi?
- Vine a buscarte para que nos vayamos al cumpleaños de la Tía. Lo que pasa es que el tío no quiere que viajes sola.
- Pero si falta un montón.
- Hmm, primita, faltan tres días.
- ¡¿Tres días?!- Le pregunté muy sorprendida- Qué rápido que pasa el tiempo en los hospitales.
- ¿En los hospitales?
- Sí, lo que pasa es que ¿Te acordás de mi ex novio? ¿Gadiel?
- No, yo estaba en España cuando se lo presentaste a la familia.
- Ah, no me acordaba. Bueno, la cuestión es que por mi culpa chocó con el auto y esta internado en el hospital. Entonces hace unos días me había instalado ahí, y perdí la noción del tiempo.
- ¿Por tu culpa?- Preguntó mi primo cada vez mas confundido.
- Sí, es una larga historia… ¿A qué hora llegaste? ¿Comiste?
- Llegué hace media hora, y no comí.
- ¿Qué querés que te prepare?
- Lo que tengas, aunque una milanesa con puré me vendría bien.
- Listo, ahí te hago- Mi primo y Gadiel se hubieran llevado muy bien si se hubieran conocido- ¿Querés llevarte el plato a mi cama así vemos una película?
- Dale, ¿la voy poniendo?
Ya había terminado de cocinar y estaba agarrando el plato para llevárselo a la cama a Javi cuando sonó el teléfono.
- ¿Hola?
- Veo que llegó bien la donadora de sangre, gracias por llamar para avisar que llegaste- Escuché que me decía Gadiel del otro lado del teléfono.
- Perdón, me olvidé por completo.
- Ya me explicó todo mi papá.
- ¿Y?
- Yyy, aunque no considero que era necesario que lo hicieras…
- Pero…- Lo interrumpí.
- Pará, dejame hablar un segundo, ni siquiera me dejas terminar de decir lo que te estaba diciendo y ya me estás peleando.
- Bueno, pero a vos ahora se te da por hacer más dramáticas cosas que no lo son, y…
- No dramatizo nada Dana, a vos te dá pánico que te pinchen y sin embargo donaste sangre para mí, cuando hay millones de personas con nuestro tipo sangre…
- Sí, hay millones de personas con nuestro tipo de sangre, pero vos necesitabas mucha y no sabían si podían conseguir tanta…
- No me importa, sigue siendo una estupidez igual…
- No es una estupidez, ¿No podes sólo darme las gracias como haría una persona normal, en vez de retarme?
- Gracias. Pero…
- No, nada de peros, soy una persona adulta y hago de mi vida lo que quiero, y si te quiero donar sangre te dono sangre, y punto- Le dije muy enojada, ya me estaba cansando de que se considerara una basura que no merecía nada.
- Bueno, en realidad no te estaba llamando para que nos peleáramos- Me contestó disculpándose después de un momento en que nos quedamos en silencio- lo que pasa es que yo tengo una necesidad importante de… bueno nada, es una estupidez pero me preocupa que te pase algo por mi culpa, no te quiero hacer mas daño del hecho.
- Bueno Gale, yo te entiendo, en cierta manera… me pasa lo mismo, pero…
- ¿Vas a venir a la cama o no?- Me gritó mi primo impaciente desde la cama.
- Ya voy Javi- Le respondí con otro grito- Como te decía…
- Perdón que te molesté, nos vemos mañana, chau- Me dijo rápidamente Gadiel desde el otro lado de la línea y corto la comunicación.
- Nos vemos mañana- Le susurré a el vació que había al otro lado del teléfono.
1 comentario:
dale gugua por dios segui escribiendo que necesito leeeerrrrrrr más!
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