Nos destruiran a todos!

domingo, 11 de enero de 2009

10.- El Cine

- Te paso a buscar tipo nueve, ¿te parece?- Escuché que alguien me preguntaba del otro lado del teléfono.
- ¿Qué?

Me acababa de levantar porque había estado sonando el teléfono, que era lo que me había despertado.

- Que te paso a buscar a las nueve si te parece- Me repitió Tiago.
- Ah bueno, está bien.
- Che, ¿te desperté?- Preguntó preocupado.
- Sí, la verdad es que es un poco desubicado llamar a esta hora.
- Pero Dana, son las once y media de la mañana.
- ¿Cómo que son las once y media de la mañana?- Repetí alarmada, estaba llegando muy tarde al trabajo- Chau Tiago, me tengo que ir. Gracias por despertarme- Lo saludé y luego colgué el teléfono.

Me había quedado dormida porque no había podido dormir en toda la noche. Me había quedado pensando en todas las cosas que habían pasado en tan poco tiempo, en cómo había cambiado mi vida el que hubiera vuelto Gadiel, en como parecía que todo mi mundo giraba en torno a él. También ocupé las que tendrían que haber sido horas de sueño, en pensar en lo que me había pedido Gadiel antes de irse la noche pasada. No tenía ningún sentido para mí, pero supuestamente iba a tenerlo pronto, sólo había que tener un poco de paciencia.
Me fui a bañar y desayuné muy rápido, pero para cuando estuve en condiciones de irme para el local, ya era la una de la tarde. Después de un poco de meditación decidí que iba a faltar al trabajo, total nunca faltaba, y como mucho podría haber perdido cuatro o cinco ventas, lo cual no hacía casi ninguna diferencia a mis ganancias.
El verdadero problema radicaba en el hecho de que no tenía nada para hacer en toda la tarde. Ya había perdido la costumbre, no faltaba hace mucho tiempo al trabajo, porque me había acostumbrado a tener mi día ocupado para no pensar, no recordar.
Tenía una idea un poco estúpida de lo que podía hacer esa tarde. Demasiado estúpida. Estupidísima.
No, No podía ir a visitarlo a Gadiel al trabajo. No, me tenía que convencer a mi misma de que era una idiotez.
Al final la pelea razón versus deseo la ganó el corazón. Agarré todo, cerré la puerta con llave y me encaminé a Viamonte 1505.

- Hola buenos días, me llamo Dana Marcenaro, quisiera saber si puedo hablar con Gadiel Arzt- Pregunté a la recepcionista, una mujer rubia muy bonita.
- Buenos días, a ver, si me espera un momento por favor. Si quiere puede sentarse por allá- Me indicó señalando unos sillones de tapizado color bordó y que tenían aspecto de ser cómodos.
- Sí, no hay problema.

Esperé sentada entre cinco y diez minutos. Durante ese tiempo estuve regañándome a mi misma. No tendría que haber ido ahí, tendría que haberme quedado en mi casa viendo la novela de la tarde o leyendo un poco a Cortázar.
Pero no, había venido a verlo a él a su oficina. Y encima ahora no me podía volver porque seguro que la recepcionista ya había avisado que yo estaba esperándolo.

- Señorita, el señor Arzt está esperándola en su oficina- Me dijo la mujer.
- Bueno, muchas gracias.
- ¿Sabe en dónde queda o le indico?- Me preguntó muy amablemente.
- No gracias, sé en donde queda- Le respondí mientras me encaminaba al ascensor.

Piso 3, a la derecha la segunda puerta.

- Permiso- Dije mientras la abría.
- ¿Qué hacés vos por acá y a estas horas?- Preguntó sonriendo el hombre moreno que estaba detrás del escritorio.
- Lo que pasó es que me quedé re dormida, me despertó Tiago llamándome por teléfono- No iba a darle mas motivos para que se enojara, así que no seguí en el tema, aunque cuando dije el nombre su amigo se le cruzó por la cara una expresión sombría que recompuso unos instantes después- Y como era muy tarde ara abrir el local, decidí tomarme un día libre- terminé mientras me sentaba en la silla que se encontraba frente a él.
- Y decidiste venir a visitarme- Concluyó.
- Exacto. Viste que la tele está muy aburrida y no tengo nada interesante para hacer en mi casa.
- ¿Y no tenías a nadie con quién salir? ¿Y tus amigas de la facu?- Preguntó un poco confundido.
- Ya no me hablo mucho con ellas, no sé porque- Sabía muy bien la razón- Pero bueno, si no querés que te venga a ver me lo decís y no hay problema- Esquivé su pregunta haciéndome la indignada. Había sido una autista durante meses, en los que sólo me había preocupado por respirar y comer cuando era necesario. Y la única razón de mi estado anterior estaba sentada detrás de un escritorio escuchándome atentamente.
- Yo siempre quiero verte, eso es lo que no entendés. Sólo que pensé que era el último en la lista de visitas- Me dijo casi con ternura.
- Sí, claro- comenté mientras me levantaba de la silla y empezaba a dar vueltas por la oficina inspeccionándola.

Estuve un rato observando los objetos, los muebles, todo lo que se encontraba allí buscando una diferencia evidente que marcara el paso del tiempo. Pero parecía que allí no había cambiado nada excepto el orden de las cosas arriba del escritorio, y algunos pequeños detalles sin importancia.
Había agarrado un Buda que él tenía arriba de una mesita cuando me dí vuelta y me di cuenta de que me observaba minuciosamente, pero en cuanto vió que había notado su mirada agarró los primeros papeles que encontró y se los puso a revisar.

- Voy a tratar de terminar lo antes posible esto así podemos salir a almorzar- Me comentó todavía mirando lo que parecía un expediente.
- Hacelo tranquilo no hay apuro. Acabo de desayunar- Le dije.

Me quedé mirándolo durante un tiempo, inspeccionándolo.
Tenía puesta una camisa color salmón muy linda que se había arremangado hasta los codos, lo que dejaba ver sus macizos antebrazos. La corbata negra la llevaba un poco aflojada así como se había desabrochado el primer botón de la camisa.
Tenía un pantalón de vestir negro y colgado de la silla en la que estaba sentado se hallaba el saco del traje.
Llevaba el pelo atado con una colita pero un mechón se le había escapado y había quedado colgando ondeado sobre su cara.

- Bueno, ya terminé ¿Vamos yendo?- Preguntó después de un rato.
- Como quieras- Respondí- ¿No te van a decir nada de que te vas conmigo?- Pregunté a mi vez un poco preocupada.
- No, no te hagas problema, con el trabajo que me están dando no me pueden reclamar nada.

Fuimos a comer a un restaurante que quedaba cerca de ahí, pedimos comida liviana porque hacía mucho calor como para pedir algo muy producido. Después de comer nos quedamos hablando un rato y luego volvimos a la oficina.
Estaba ya con una mano sobre el picaporte de la puerta cuando me pasó suavemente el brazo sobre los hombros y me dijo:

- ¿A dónde vas?
- ¿A la oficina?- Pregunté un poco confundida.
- ¿Y quién dijo que íbamos a volver a entrar?- Me respondió con una pregunta y una sonrisa plasmada en su boca.
- ¿Y a dónde vamos entonces?
- No sé, a pasear, ¿Querés ver una película? En cartelera hay una coproducción argentina y española que debe estar buena.
- Ah bueno, pero mira que tengo que estar en casa a las ocho.
- No hay problema.

Mientras Gadiel compraba algo para tomar y algún aperitivo yo me acomodé en la cola para comprar las entradas con la plata que él me había dado, porque nunca me iba a dejar pagar nada.

- No es bueno que una dama venga sola al cine, si querés te puedo acompañar- Escuché que alguien me decía. Cuando me di vuelta había un chico de pelo castaño y ojos miel sonriéndome, y más atrás estaba lo que suponía era su grupo de amigos, tratando de mirar disimuladamente hacia nuestra dirección pero sin lograrlo.
- No estoy sola, estoy con un amigo- Le contesté mecánicamente.
- Ah, bueno, igual aún así te puedo acompañar y mi amiga Carla que está allá puede acompañar a tu amigo- Me dijo tratando de encontrar un agujero por el cual entrar y señalando a una chica morocha de baja estatura pero muy hermosa que estaba entre sus amigos.
- No gracias le prometí a mi amigo que iba a ver la película con él- Volví a responder cortantemente.
- Dale, no seas arisca- Insistió.
- No se si la escuchaste pero te lo repito, está conmigo y punto- Había llegado Gadiel con un vaso gigante de gaseosa y una bolsa de pochochos igualmente grande acomodados en un brazo, y con el otro brazo me había agarrado de la cintura.

El chico lo miró a Gadiel inspeccionándolo, y aunque mi compañero le llevaba diez centímetros de altura y tenía más contextura física que el otro, el chico no se echó atrás, quizás debido a que tenía tres amigos a sus espaldas que lo respaldarían en caso de que Gadiel lo dejara en el piso.

- Según ella son amigos, y le estoy dando la posibilidad de que venga conmigo y vos te vayas con mi amiga- Le dijo.
- Sinceramente tu amiga no me interesa y supongo que vos tampoco le interesas a ella- Le respondió al chico aferrándome mas fuerte con su brazo y acercándome a su costado.

Entonces la pareja que había estado comprando entradas en la ventana cuatro se fue y pasamos nosotros, dejando al grupo de jóvenes detrás de nosotros.
Pagamos los tickets y nos fuimos a la sala seis. Gadiel aún me tenía agarrada de la cintura y caminaba al lado mío con total normalidad.

- Gracias- Le dije una vez nos habíamos sentado en nuestros respectivos asientos.
- Un placer- Me respondió sonriendo.

La película era buena, con una historia simple pero conmovedora. Por suerte no tenía muchas escenas amorosas que me pudieran incomodar teniendo a mi ex novio sentado en el asiento contiguo.
Cuando llegamos a mi casa eran las casi las ocho así que lo invité a pasar, que aceptó con gusto.

- Bueno, me voy a bañar, anda a la pc o prendé la tele que yo ahora vuelvo- Le dije una vez que tiré las llaves arriba de la mesa.
- Dale, acá te espero.

Cuando estaba saliendo de bañarme escuché que sonaba el teléfono entonces me puse la toalla lo más rápido posible y salí casi corriendo del baño.
Gadiel estaba encaminándose hacia el aparato cuando pase corriendo por delante de él diciendo “Yo atiendo”.
Era mi tío que vivía en Mendoza para avisarme que en dos semanas era el cumpleaños numero cincuenta de mi tía y que si quería que él no tenía problema en pagarme un pasaje de avión para que yo asistiera a la fiesta.
Como siempre, le dije que el pasaje me lo iba a pagar yo y que no se hiciera problema. No le dije que iba a ir en micro porque no me alcanzaba para pagar un boleto de avión.
Cuando corté me di vuelta para encaminarme a mi habitación, y me encontré con Gadiel que se había quedado en el mismo lugar y en la misma posición que hace diez minutos atrás cuando había venido corriendo desde el baño.

- ¿Qué pasa?
- No nada, me quedé tildado- Me respondió moviendo la cabeza y sentándose nuevamente en el sillón para ver la tv.
Me cambié lo más rápido que pude, porque estaba por venir Tiago y no quería que se encontrara con Gadiel. Él tenía que irse antes de que el chico rubio llegara, pero mi tío me había retrasado un poco y además me había quedado un rato largo en la ducha por lo tanto no lo logré, y cuando sonó el timbre escuché a Gadiel que atendía el portero.

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