Nos destruiran a todos!

domingo, 11 de enero de 2009

8.- Canciones

Estaba atendiendo a una señora que quería un CD para su hijo, cuando empezó a sonar mi teléfono celular, con el ringtone de mensaje de texto, así que no me apure a ir a buscarlo.

“¿Qué haces hoy después del trabajo enana?”
“¿Tiago?, no sabía que tenías mi numero” Le contesté.
“Ayer se lo pedí a Marina”
“Ah, no voy a hacer nada, pero va a venir un rato Gale a molestar, ¿Por qué?”
“No, por nada, ¿y mañana que haces?”
“Nada supongo”
“Bueno entonces por ahí me paso un rato, ¿Querés?”
“Dale, un beso hermanito, cuidate”

Las cosas estaban volviendo a la normalidad según parecía. Todo parecía volver excepto Gadiel y yo.

- Buenos días señorita, ¿Vende CDs de la banda Gecko?- Escuché que alguien me decía mientras se acercaba.
- No, por el momento no los vendemos, pero si quiere...- No pude terminar la frase porque cuando levanté la vista del crucigrama que estaba haciendo, me encontré con la cara de Gadiel a diez centímetros de la mía. Estaba tan cerca que podía sentir su aliento en mi cara.
- ¿Cómo que no vendes los CDs de mi banda?
- No lo que pasa es que no los consigo y bueno...- tartamudeé mientras él alejaba su cara de la mía. Mentir no me era difícil en general, pero cuando lo tenía tan cerca hasta el hecho de respirar se dificultaba.
- Lo único que tenés que hacer es pedírmelos a mi que yo te los consigo Dana- Me dijo con esa sonrisa que cortaba el hilo de mis pensamientos.
- Si claro, lo que vos digas...
- Bueno, te traje los papeles nuevamente.
- Basta, no seas tan terco, te los regalo y punto, ahora que me acuerdo no te regalé nada para tu cumpleaños. Así que feliz cumpleaños, que seas muy feliz- Lo felicité un poco fastidiosa por su insistencia.
- No los quiero regalados, ¿Cuándo lo vas a entender?, prefiero no tocarlos antes de quedármelos yo a mi nombre- Me contestó casi con desesperación por mi no entendimiento.
- ¿Pero por qué?, no lo entiendo, no te cuesta nada- pregunté casi suplicando que se quedara con mis canciones.
- Porque sí Dana, porque sí. Quiero hacer las cosas bien- Me respondió un poco frustrado.

Estuve analizando la situación durante algunos minutos, mientras él terminaba de resolver mi crucigrama.
No me quería pelear con Gadiel por un par de canciones que no me importaban, pero no quería tampoco que él se fuera, simplemente no sabía si iba a poder soportarlo de nuevo, y si yo le firmaba sus papeles, ya no tenía ninguna excusa para retenerlo. Era como decirle “Mucho gusto y hasta luego”.
Era jugar contra el tiempo porque aún así algún día me los iba a devolver si yo no le firmaba, así que decidí darle lo que él quería.

- Bueno, te los voy a firmar- Comenté.
- ¿En serio?- Me preguntó incrédulo con los ojos muy abiertos y cara de asombro.
- Sí, los voy a firmar. Prefiero que vos los cantes, si me los quedo yo lo mas probable es que queden en el fondo del armario, y ahí van a ser inútiles.
- Qué bueno, muchas gracias Dana- Me dijo, aunque su cara no decía lo mismo.

Después de haber firmado me sentía totalmente vacía, pero no quería que Gadiel se diera cuenta, no quería dar lástima, tenia que ser fuerte.

- Che, ¿Qué haces mañana?- Preguntó casualmente.
- Me dijo Tiago que iba a venir a visitarme, así que supongo que iremos a comer o algo.
- ¿Tiago?- Inquirió con mucha sorpresa y hasta con un tono histérico.
- Sí, Tiago, ¿Qué tiene de malo?
- Nada- Respondió tratando de quitarle importancia al asunto- ¿Hoy que hacés cuando salgas de acá?
- Me voy ir a mi casa, tomarme un baño y cenar- Bromeé.
- No me refería específicamente a lo que ibas a hacer paso por paso- Me dijo recuperando su humor- ¿Querés cenar conmigo? Pero afuera, tampoco quiero que te la tengas que pasar cocinando por mi culpa.
- Bueno dale, ¿A qué hora me pasas a buscar?
- A las diez y media estoy por ahí.
- Listo.

Diez y media como había prometido, estaba tocando el timbre muy a su manera.
Abrí la puerta y lo vi, como siempre esperaba encontrarlo, estaba apoyado contra la pared, mandando un mensaje de texto con una mano y la otra en el bolsillo, y con algunos mechones ondeados que le caían alrededor de la cara.
Tenía el ceño fruncido y se notaba su mal humor a kilómetros de distancia.

- ¿Qué pasó que estas tan enojado?
- Nada nada, Tiago me pone de mal humor- Me respondió intentando que no sonara tan dura la respuesta- ¿Vamos yendo?
- Vamos- Le contesté, no quería ahondar más en el tema ya que se notaba que estaba enojado de verdad.

No supe a donde me llevaba hasta que vi el cartel de neón que indicaba “Pool & Bar”. Era uno de sus lugares predilectos a la hora de salir, y era justamente el lugar donde nos habíamos conocido.

- ¿Dana, jugás al pool?- Preguntó Romina, una compañera de la facultad.
- Bueno dale- Contesté mientras nos dirigíamos a la mesa.
- Mi amigo Gadiel y yo les jugamos un partido, ¿Quieren?- Escuchamos que alguien nos decía mientras agarrábamos los tacos.

Cuando levanté la vista vi a un hombre de pelo castaño oscuro ondulado que le llegaba hasta los hombros. Tenía tez morena y ojos café y una sonrisa muy tentadora. Medía aproximadamente veinte centímetros mas que yo y su contextura física era normal, excepto por su espalda. Apenas lo ví mi corazón dejo de latir durante un par de segundos, y luego reanudó su ritmo habitual.
Al lado de él estaba el hombre que había hablado, un chico de pelo rubio, ojos verdes, un poco más alto que el otro, pero a pesar de que en cierto sentido era mucho más apuesto que el chico castaño, él no causaba ningún efecto en mí.

- Queremos- Respondió Romina instantáneamente después de haber visto al chico rubio.
- Bueno, pero apostemos- Dijo éste.
- Te escuchamos- Contestó Romina.
- Si ustedes ganan, les pagamos los tragos.
- ¿Y si perdemos?- Preguntó Romina divertida.
- Salen con nosotros- Pero esta vez fue Gadiel el que habló.
- Trato hecho- Afirmé.

Yo no era una muy buena jugadora de pool, sólo me defendía, pero Romina sabía jugar bien, por lo tanto nos quedaba una lisa, y a ellos les quedaban tres rayadas.

- ¿Nos disculpan un momento para ir al baño?- Preguntó Romina cuando terminó su tiro Gadiel y me tocaba a mí.
- Sí, no hay problema- Respondió el chico rubio.
- Gracias…- Le dijo Romina incitándolo a que le dijera su nombre.
- Me llamo Tiago, perdón, me olvide de presentarme.
- Bueno, gracias Tiago- Repitió Romina coqueteando con él.

Cuando estábamos llegando a la puerta del baño de damas, Romina me frenó.

- Dana, por favor no metas ninguna o mete la bola ocho, por favor- Me suplicó- Quiero salir con ése chico, me vuelve loca.
- Bueno, está bien, voy a tratar de perder- Le dije. “Ojala que de tan mala que soy no pueda ni perder a propósito” pensé para mis adentros.
- Gracias Dana, te debo una- Me prometió muy contenta.

Llegamos a la mesa de juego y los dos estaban riéndose muy airadamente. El chico morocho tenía una sonrisa exquisita, una de esas sonrisas que con solo verlo te dan ganas de reír como de llorar, una sonrisa que no se olvida jamás.

- ¿Listas para perder?- Preguntó Tiago.
- Nunca- Respondió Romina guiñándome un ojo sin que los demás lo vieran.

Gracias a dios pude meter la bola ocho, y fue muy evidente que perdimos a propósito.

- Te voy a tener que dar clases particulares de pool- Me dijo riéndose Gadiel.
- Bueno, primero empecemos por lo que te debo- Le dije haciéndome la enojada por haber perdido.
- Se ve que tu amiga ya le esta pagando a Tiago- Me comentó, y cuando miré en la dirección que él miraba, los vi a Tiago y a Romina en una esquina besándose. Ni siquiera me había dado cuenta de que habían desaparecido. Era como si estando con Gadiel no pudiera prestar atención a otra cosa que no fuera él.
- Yo no te voy a pagar con la misma moneda, pero si querés vamos a comer- Afirmé.- No pretendía que me pagaras así, porque dentro de dos días Tiago se va a olvidar de tu amiga cuando encuentre a otra que tenga ojos más lindos, o mejor cuerpo. En cambio yo no me quiero olvidar de vos.

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