Digamos que tengo una mente eficaz. No por el hecho de que sea más inteligente que los demás, o porque tenga algo que otros no tienen. Simplemente, mi cerebro trabaja las 24 hs. del día, sólo descansa (y a veces tampoco) cuando duermo.
Lo que pasa con mi cabeza es que está tan deseosa de pensar, que a veces pasan muchos pensamientos por mi mente en un mismo momento, y no tengo tiempo de verificar cada uno, y siempre queda alguno dando vueltas, que reviso luego. Mi forma de “revisar luego”, es estar en soledad, bajar la velocidad mental, y acomodar las ideas. Algo así como decirle a mi mente “¡PARA!”.
Ella nunca se queda quieta, siempre está alerta, siempre piensa, siempre está pendiente de hasta el más mínimo detalle que quizás otra mente no pudo captar. De esto se deduce que pienso tanto, que casi siempre me enfermo a mí misma. A veces me gustaría poner la cabeza en blanco.
Tener un cerebro así tiene su pro y su contra. Su contra, es que nunca hago algo por impulso, las demasiadas pocas veces que hice algo por impulso, lo pensé antes y dije “ya fue, lo hago por impulso”, eso quita el hecho de que fue impulsivamente, ya que fue previamente pensado.
Y su pro es que cada vez que hago algo, anteriormente calculé todas las posibilidades y todas las causas a las que podrían llevar mis hechos. Y en realidad a veces me ayuda mucho, y más cuando quiero mentir o tengo que engañar a alguien, porque analizo todas las mentiras posibles, y siempre quedo con la mejor. En síntesis, nunca hago nada sin pensar. La única cosa que hago sin reflexionar a veces es hablar. Cuando tengo un lapsus de idiotez, suelo decir las cosas más tontas que una persona puede decir, aunque en general la gente en ese momento me califica de loca y no de tonta, que me gusta aún más, y creo que por eso lo sigo haciendo a veces. No sé porque me gusta que me consideren loca, será porque sé que no me lo dicen con mala intención, sino que lo dicen en el sentido de “una loca linda”. Y para mí que me digan eso, es como que me digan que soy diferente.
Lo que pasa con mi cabeza es que está tan deseosa de pensar, que a veces pasan muchos pensamientos por mi mente en un mismo momento, y no tengo tiempo de verificar cada uno, y siempre queda alguno dando vueltas, que reviso luego. Mi forma de “revisar luego”, es estar en soledad, bajar la velocidad mental, y acomodar las ideas. Algo así como decirle a mi mente “¡PARA!”.
Ella nunca se queda quieta, siempre está alerta, siempre piensa, siempre está pendiente de hasta el más mínimo detalle que quizás otra mente no pudo captar. De esto se deduce que pienso tanto, que casi siempre me enfermo a mí misma. A veces me gustaría poner la cabeza en blanco.
Tener un cerebro así tiene su pro y su contra. Su contra, es que nunca hago algo por impulso, las demasiadas pocas veces que hice algo por impulso, lo pensé antes y dije “ya fue, lo hago por impulso”, eso quita el hecho de que fue impulsivamente, ya que fue previamente pensado.
Y su pro es que cada vez que hago algo, anteriormente calculé todas las posibilidades y todas las causas a las que podrían llevar mis hechos. Y en realidad a veces me ayuda mucho, y más cuando quiero mentir o tengo que engañar a alguien, porque analizo todas las mentiras posibles, y siempre quedo con la mejor. En síntesis, nunca hago nada sin pensar. La única cosa que hago sin reflexionar a veces es hablar. Cuando tengo un lapsus de idiotez, suelo decir las cosas más tontas que una persona puede decir, aunque en general la gente en ese momento me califica de loca y no de tonta, que me gusta aún más, y creo que por eso lo sigo haciendo a veces. No sé porque me gusta que me consideren loca, será porque sé que no me lo dicen con mala intención, sino que lo dicen en el sentido de “una loca linda”. Y para mí que me digan eso, es como que me digan que soy diferente.
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