Soy una persona híper-súper-mega-archi celosa, soy celosa de mis “Parejas”, de mis amigos, de mi familia, hasta de mis mascotas.
De mis parejas soy celosa hasta de la chica que pasa por la esquina. De sus amigas, de sus amigos. De todos.
De mis amigos soy celosa con cualquiera que se les acerque, no me gusta que mis amigos tengan amigos que no tenían cuando los conocí, es decir, no me gusta que tengan nuevos amigos. Creo que me van a reemplazar. Igual no estoy tan loca, porque me reemplazaron muchas veces, aunque suene inusual.
De mi familia soy celosa en todo, comparo mucho, y eso la verdad que es una contra, porque soy la “oveja negra” de la mía, por lo tanto salgo perdiendo siempre. No tengo nada bueno de lo que me pueda jactar.
De mis mascotas, bueno, no hace falta aclarar.
Ser un poco celoso le da al otro la seguridad de que lo queres, de que te importa. Pero llegar al extremo de enojarte porque le habla a una persona nueva me parece el colmo. Me odio a mi misma cuando me enojo con mis conocidos en general por los celos. El problema soy yo, no ellos. La inseguridad la tengo yo, no ellos.
Los celos son uno de los causantes de muchos alejamientos que tuve con varias personas. Además se juntan con mi mente, y me juegan malas pasadas. Como ya conté, suelo imaginar mucho, y entre mi imaginación, y mis celos suelo “hacerme la cabeza”, como se dice generalmente.
Imagino cosas, y después lo reprocho al otro por algo que no hizo, que solo imaginé. Encima cuando me enojo, tengo una personalidad bastante fuerte, no dejo que el otro me dé explicaciones, entonces todo queda sin solucionarse, y termino alejando a esa persona, por una cosa que imaginé que pasó.
Me pasa tan seguido que hay gente que ya se acostumbro a mis planteos estúpidos, hay gente un poco más inteligente (o que me conoce mejor), que me deja hablar hasta el cansancio, y ahí me da su explicación.
Después de toda la pelea, viene mi arrepentimiento. Cuando analizo todo en frío, me doy cuenta de mi equivocación. Pero me es muy difícil ir al otro y decirle que me equivoqué, porque ahí entra otro defecto: mi orgullo.
De mis parejas soy celosa hasta de la chica que pasa por la esquina. De sus amigas, de sus amigos. De todos.
De mis amigos soy celosa con cualquiera que se les acerque, no me gusta que mis amigos tengan amigos que no tenían cuando los conocí, es decir, no me gusta que tengan nuevos amigos. Creo que me van a reemplazar. Igual no estoy tan loca, porque me reemplazaron muchas veces, aunque suene inusual.
De mi familia soy celosa en todo, comparo mucho, y eso la verdad que es una contra, porque soy la “oveja negra” de la mía, por lo tanto salgo perdiendo siempre. No tengo nada bueno de lo que me pueda jactar.
De mis mascotas, bueno, no hace falta aclarar.
Ser un poco celoso le da al otro la seguridad de que lo queres, de que te importa. Pero llegar al extremo de enojarte porque le habla a una persona nueva me parece el colmo. Me odio a mi misma cuando me enojo con mis conocidos en general por los celos. El problema soy yo, no ellos. La inseguridad la tengo yo, no ellos.
Los celos son uno de los causantes de muchos alejamientos que tuve con varias personas. Además se juntan con mi mente, y me juegan malas pasadas. Como ya conté, suelo imaginar mucho, y entre mi imaginación, y mis celos suelo “hacerme la cabeza”, como se dice generalmente.
Imagino cosas, y después lo reprocho al otro por algo que no hizo, que solo imaginé. Encima cuando me enojo, tengo una personalidad bastante fuerte, no dejo que el otro me dé explicaciones, entonces todo queda sin solucionarse, y termino alejando a esa persona, por una cosa que imaginé que pasó.
Me pasa tan seguido que hay gente que ya se acostumbro a mis planteos estúpidos, hay gente un poco más inteligente (o que me conoce mejor), que me deja hablar hasta el cansancio, y ahí me da su explicación.
Después de toda la pelea, viene mi arrepentimiento. Cuando analizo todo en frío, me doy cuenta de mi equivocación. Pero me es muy difícil ir al otro y decirle que me equivoqué, porque ahí entra otro defecto: mi orgullo.
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